Caso 2:
Este es bien común…
Ocho de la mañana, el típico taponcito de la matutino y la estudiante de Arquitectura que va caminando por la acera con dirección a la parada de ‘guagua’. El camión de la basura aun no pasa, pero ya la vecina saco la basura a la acera del frente y claro, toda la comunidad la imita. Ahora la acera se ha convertido en el cementerio de la caja de pizza, el cartón de huevos vacio y la borra de café que se sale de la funda del supermercado. Pero al mismo tiempo y poco a poco, un muro de contención se va creando, por donde en vez de estar muy parqueada la basura, debe transitar el peatón.
Al encontrarse con tal edificación que ocupa un poco mas de los escasos 2 metros de la acera, la estudiante se desliza a la calle, pensando que la obstrucción vehicular le permitirá volver a subirse a la acera antes de que fluyan los vehículos. Pero sin embargo o sorpresa, las personas que vienen caminando en el sentido inverso en la misma acera (haciéndolo de forma errada) hacen que el trayecto sea más lento y de pronto el tráfico empieza a circular. En los apuros para salirse de la calle, el gentío caminando y las bocinas sonando para apurarla, nuestra estudiante termina subiéndose antes de tiempo y con un pie bien hundido en una de las fundas que un gracioso perro vira lata abrió en busca de provisiones y dejando expuesto un concón mojado con pedazos de verdura y cada desperdicio de esos que quedan después del típico fregado.
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